Trascurría los primeros años del siglo XX, la mayoría de las clases medias y bajas de la villa vivían en torno a las corralas, pero también en conventos y casas señoriales abandonadas tras la desamortización ocurrida décadas atrás y la guerra de la Independencia, se habían adaptado a las necesidades del momento, donde sobrevivir, continuaba siendo dificil.
Entre pregones callejeros y ciegos cantando coplas; aparecía un personaje muy conocido en las callejuelas de la villa, ladronzuelo, pícaro y descarado, eran niños, llamados Golfos o Golfillos, y que sobrevivían con los pequeños hurtos que realizaban y a la recogida de colillas, que luego vendían como tabaco para liar; a tal punto, que según ordenanza del gobernador civil de la época, el Sr. Ruiz Jimenez, se dió la orden a los agentes de la recogida de éstos niños abandonados y que malvivían por las calles de Madrid.